miércoles, 27 de febrero de 2013

EMÉRITO Y DE BLANCO

No estoy para nada en contra del papa, al contrario, creo que es uno de los teólogos más importantes de este tiempo, y suelo defenderlo cuando mis amigos lo desprestigian. Mi crítica va a la gran cantidad de medios que centran su importancia en cómo se le llamará a Joseph Ratzinger ahora, o en qué ropa usará, dónde vivirá ¡¿Qué importa?!

Una vez más nos olvidamos de lo verdaderamente importante, aunque el mismo aludido lo haya dicho una y otra vez en este tiempo: confianza en Dios, conciencia de su Amor, servicio a los demás.




lunes, 18 de febrero de 2013

GENTE QUE ES TIERRA


Hace unos días llegué de un hermoso viaje en el grandioso Brasil. Pude recorrer algunas playas y ciudades del sur del país, y debo reconocer que he vuelto más maravillado que la primera vez que fui.
Cuando me preguntan cómo lo pasé, o qué fue lo que más me gustó, no puedo evitar responder que las playas son hermosas, que la comida es exquisita, que la música es buenísima, las ciudades, la cultura, etc... pero -sin duda- lo que más me llevo del viaje es la calidez de su gente. 

Y es que la fama de fiesta, de alegría, de carnaval que tiene el país se hace efectiva y se hace vida por la gente que en él habita. Cada persona del lugar te esperaba con una sonrisa, te saludaba con afecto, te ayudaba en lo que necesitaras; cada persona del lugar vibraba con la más sencilla melodía, saltaba con el más remoto timbal, y la más mínima samba.

Hablamos de Brasil como si fuera una persona: "Brasil es alegre", o "es un país entretenido"... Pero ¿es acaso incorrecto referirse con características humanas a un lugar si la misma Biblia dice que somos tierra y que volveremos a la tierra (Gn 3,19), que Dios nos ha hecho del barro (Gn 2,7)? No solo las cristianas, sino que -aún más- las religiones ancestrales han dado un carácter a la tierra hoy (mal) llamado "animista", realzando su dignidad de Ser Vivo y/o de Madre, de hermana o, incluso, de divinidad.

Y es que la persona y la tierra nacieron para con-buen-vivir y esa es una realidad que se hace más clara en la medida en que la Tierra sufre por quienes no saben(mos) respetarla y amarla. Es así de triste.


Me re-enamoré de Brasil. 
De su tierra y/o de su gente, porque todos somos todos tierra; porque la tierra somos todos.



Con gran cariño para Ana, Karini, Nina y Paulo, y toda la gente anónima que nos sonrió sin razón durante el viaje ¡Muito obrigado!