miércoles, 31 de enero de 2018

EL CANSANCIO (El Papa III)



Desde hacía meses que veníamos preparándonos, pero el día lunes 15 comenzó todo con la entrega de los kit de voluntarios papales y la eucaristía de envío. Fue maravilloso ver a tantos jóvenes -y otros no tan jóvenes vibrando por la llegada del Papa a Chile, que vimos en pantalla gigante- congregados en torno a esta visita. El día martes fuimos muy temprano a las 8.00 de la mañana a reconocer terreno en Maquehue. A mediodía volvimos a casa y luego, a las 19.30 horas desde el Santuario de Schoenstatt Ayinrehue partimos rumbo al lugar donde se celebraría la eucaristía. Más de catorce horas de servicio soportando el paralizante frío y, más tarde, el potente sol. 

Llegó el momento de la misa y yo solo quería -desde hace varios meses- escuchar su mensaje, pero el cansancio amenazaba con vencerme. No podía cerrar los ojos por más de tres segundos, porque ya empezaba a tambalear. “¡No puedes quedarte dormido!” me decía a mí mismo una y otra vez. No puedo decir con certeza que escuché toda la homilía, pero me llamó la atención que el Papa repitiera una y otra vez una frase: nos llamaba a ser “artesanos de unidad” en la Araucanía. Nunca se me va a olvidar. 

A pesar de mi cansancio, el Papa fue capaz de grabar a fuego en mi corazón su mensaje. A veces pienso que Francisco sabía que yo estaba cansado y por eso lo repitió más de una vez. Así es el Papa, nos conoce. Es un Pastor que “huele como su rebaño” y eso lo hace tan único y especial.


martes, 30 de enero de 2018

EL VIEJITO DEL TAXI (El Papa II)



Unos días antes de que el Papa llegara a Chile, me tocó subirme a un taxi con un conductor muy particular. De pelo cano, sus arrugas revelaban su avanzada edad o su dura vida. Se acomodaba en el asiento cada treinta segundos y su radio no funcionaba (probablemente a propósito para obligar la conversación). En su taxi no había ningún “Dios es mi copiloto”, tampoco ninguna Virgen del Tránsito. De su espejo no colgaba ningún rosario, sino una mano pintada en tempera roja sobre una hoja reforzada con scotch, claramente de una niña pequeña. Muy amable en el trato, brusco en las curvas y torpe en cada frenada. 

Las banderas del Vaticano y de Chile adornaban Caupolicán y daban inicio a nuestra conversación. “¿Al final cual va a ser el recorrido del Papa?” preguntó interesado. Le conté lo que sabía y busqué en mi celular un programa de toda la visita que hace poco me habían enviado. Se lo leí y conversamos mucho. No pude disimular mi alegría por su visita. De pronto él se sincera: “Yo no soy partidario del catolicismo ¿ah? Pero voy a ir a ver al Papa. Quiero saber qué se siente estar ahí y ver al Papa. Imagínese lo importante que es para mucha gente -manifestó con entusiasmo-. Yo tengo dos nietas y quiero llevarlas. Tengo que ponerme de acuerdo con mi hija y traerme a mi nieta desde Victoria”. “Me imagino que esa manito que cuelga ahí es de su nieta” lo interrumpo indicándole el espejo retrovisor. “Sí -me dice- es de ella. La Amandita” me explica todo el plan que tenía para que su hija lo acompañe y, así, ella pueda llevar a una de las niñas en brazos y él sujetar a la otra de la mano.

Llegamos a destino y la conversación llega hasta ahí, pero sus ganas de ver al Papa no. Estoy seguro que fue a verlo. Le recomendé la esquina de Varas con Caupolicán y me lo agradeció mucho. Espero que haya visto de cerca el rostro del Papa, pero sobre todo espero que haya visto su corazón.


lunes, 29 de enero de 2018

LA INVERSIÓN DEL PAPA (El Papa I)



Cuando se supo que el Papa Francisco vendría a Chile hace muchos meses atrás, hubo una gran alegría en mi corazón y, me pareció muy obvio, que todo Chile estaría alegre. Sin embargo, a pesar de que hubo gran manifestación de felicidad en un grupo importante de chilenos, lo que marcó la noticia -lamentablemente- fue la cantidad de dinero que se gastaría en dicha visita. Me da mucha pena… creo que esto nos desenmascara como país en cuanto a lo enfermos de consumismo que estamos. ¿No sería más importante preguntarse qué mensaje nos daría el Papa? Juan Pablo II vino hace 30 años ¡Sí! ¡30 años! Evidentemente hubo un cambio importante en nuestro escenario patrio y el mensaje que entregó Juan Pablo sería muy distinto al de Francisco.

Quiero partir diciendo esto: me da mucha pena que todo se centre en la plata.

Pero, ya que estamos hablando en término económicos quiero decir lo siguiente: no usaré el mediocre criterio de “en Lollapalooza o en un partido de la selección chilena se gasta lo mismo, porque me parece que ambas actividades cumplen el mismo objetivo que la visita del Papa: alimentar el espíritu.
Tampoco expondré el argumento de “en la visita del Papa a Colombia, finalmente, se ganó más de lo que se gastó por ingresos en turismo y ventas”, porque, aunque es verdad, sigue poniendo al dinero en el centro de esta visita y no es ese el centro.

Me parece que la visita de Francisco a Chile es una inversión. Sí, una inversión. Pero no en dinero, claro. Sino, en primer lugar, en humanidad. Y ¿cómo no? si el Papa en su forma de tratar a los demás, a pesar de ser uno de los líderes más importantes del mundo, es humano, sencillo, cercano, algo que tanto nos hace falta y que el Papa vino a mostrar.

Esta visita es también una inversión en dignidad. Lo que dijo en la cárcel de mujeres (estudiar la ley que obliga a las madres internas a dejar a sus hijos a los dos años), lo que dijo a los jóvenes (entender la razón por la cual están siempre conectados y verlo como una virtud), lo que dijo aquí en Temuco (valorar a los pueblos originarios y convertirnos en artesanos de unidad)… todo su mensaje tiene que ver con dignificar al ser humano. No a “endiosarlo”, pues él mismo parte siempre diciendo que es humano y que se equivoca, pero sí a reconocer en él la grandeza que viene de Dios.

Finalmente, creo necesario discutir la opinión de muchas personas que argumentaron que la cantidad de dinero que se gastó en la visita del pontífice pudo gastarse en ayudar a los pobres. Pues quiero contarles que las personas que ayudan a los más necesitados no van a dejar de hacerlo porque viene el Papa, muy por el contrario, con todo lo que Francisco dijo, lo harán con más ahínco y se sumarán muchos más.