Confieso que soy bien flojo para ir a misa. Hubo un tiempo en que iba 3 días a la semana y los domingos incluso iba dos veces al día... eran otros tiempos.
Hace algunos días llegué de Paraguay donde alojé en la casa de una familia espectacular. Sumamente católicos, schoenstattianos como yo, y con una libertad maravillosa.
El día domingo era el cumpleaños de Juanjo, el menor de los hermanos. Su hermano mayor quería ir a misa a las 19.30, pero Juanjo quería salir con sus amigos a las 19.00 hrs. y su hermano debía llevarlo en auto.
- Pero no puedo, Juanjo. A las siete y media tengo que estar en la misa.- dijo el hermano.
- Lo lamento, tu hermano está de cumpleaños hoy... debes llevarlo. Esa es tu misa hoy.- interrumpió sabiamente la madre.
Hoy domingo no fui a misa. Estuve a esa hora contigo.
Esa fue mi misa y Dios lo entiende. A Dios le gusta.