lunes, 27 de agosto de 2012

FE de erratas

Meses atrás les conté que me había titulado junto a un grupo de amigos, compañeros y hermanos. No les conté, eso sí, que en esa ceremonia hubo un momento en que cada uno debía decir un don que Dios le hubiese regalado. Yo, desbordante de la misma, dije "alegría", pero quiero corregir eso. Desde hace tiempo que vengo dándole vueltas a ese episodio y siempre llego a la misma respuesta (y lo dije aquí también): el don más sagrado y valioso que tenemos es la fe. A partir de esa inquietud en nuestro corazón surgen las certezas y dudas que impulsan nuestro caminar de la mano de Dios.

¿Cuál es el mayor don que Dios me ha dado? La fe. De ahí derivan la alegría y tantos otros.

lunes, 6 de agosto de 2012

VERDADES


Como he dicho antes, no me gusta caer en la “mala onda” y la desacreditación de otras iglesias, pero hay momentos en que es necesaria la aclaración y manifestación.

Desde hace mucho tiempo veo que por toda mi ciudad, Temuco (y también en otras comunas del país), está lleno de estos afiches (en la imagen de más abajo) que sentencian algo muy importante y con lo que estoy completamente de acuerdo, vale decir: “Vuélvete a Cristo”.
¡Qué bien que existan iniciativas de evangelización como esta! Pero la verdad es que me desilusiona mucho leer lo que aparece a modo de subtítulo.

Dice que para salvar tu alma, existen las siguientes tres verdades, en este orden:

1.- Reconoce que has pecado
2.- Sin embargo, Dios te ama
3.- Ahora debes crecer y perseverar en las enseñanzas de Cristo

Tras estas verdades subyace un concepto de persona bastante triste para algunos de nuestros hermanos protestantes: “el hombre es malo, es pecador” o más fuerte aún, como acostumbran a decirlo ellos, “usted es malo, usted ha pecado”. Desde esa verdad pareciera que surgen todas las otras y, aunque estoy de acuerdo con la tercera verdad y su lugar en la lista, me atribula pensar en el orden de la primera y segunda.

Junto con mis amigos Arturo y Ricardo comentábamos esto hace algunas semanas y llegábamos a una conclusión muy clara y que subyace al concepto de persona que tenemos los católicos: ¡La primera verdad es que Dios nos ama! Él nos creó por Amor y por eso somos quienes somos. ¡Somos perfectos! ¡Fuimos creados a Su imagen y semejanza y por lo tanto somos maravillosos y, sobre todo, somos buenos!

Más grave aún, me es lógico pensar en la posibilidad de que la causa de la explosiva adhesión a las iglesias protestantes en estos últimos años sea directamente proporcional al aumento de la tasa de personas con baja autoestima y con depresión en nuestro país.

¡La primera verdad es el amor de Dios! ¡Él nos amó primero! (1Jn 4, 19)