Es, tal vez, la crítica más frecuente a prácticas de Religiosidad Popular en Latinoamérica: Utilizar a Dios cuando se le necesita para superar algún problema.
Pero la verdad es que es bastante fácil para todos los creyentes caer en esta actitud. El mismo Ronaldo Muñoz (como cité hace un tiempo) se preocupaba por esto argumentando que solemos utilizar a Dios para nuestros propios beneficios.
Cuando hacemos esto, usar a Dios exclusivamente para nuestro propio beneficio y dejarlo de lado cuando nos conviene, estamos haciendo vida la realidad de un Dios Farmacia, es decir, un Dios que nos sirve para sanar nuestras heridas, aplacar nuestros dolores y calmar nuestras angustias, pero que es olvidado una vez que ya se ha cumplido alguno de estos objetivos.
El gran peligro de tener un Dios Farmacia es que, si estamos acostumbrados a usar a Dios de esa manera, no dudaremos en usar a las personas de igual forma, convirtiendo nuestras relaciones en meras alianzas estratégicas para alcanzar objetivos personales y cargados de egoísmo.
Creemos en un Dios que no es farmacia.
Que sana, aunque no le pidamos.
Que acompaña, aunque no nos demos cuenta.
Que no nos usa, aunque nos permite creer que lo usamos.
Que ama, aunque no lo amemos.
Creemos en un Dios que no es farmacia, sino Amor.
El concepto de "Dios Farmacia" se lo copié a Leo, compañero y amigo para el que pronto dedicaré una entrada... aunque ya le mencioné aquí hace un tiempo. Es sabio este hombre parece.
Gracias Pollito... JEJEJEJE
ResponderEliminarQue Dios te reee bendiga
Malditos católicos de mierda, retrasados imbéciles
ResponderEliminarQue suerte la tuya de conocerlos a TODOS.. yo no puedo juzgarlos a TODOS porque solo conozco a algunos.
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