Pero ¿qué podríamos encontrar de positivo en la duda, entonces? Por un lado, como dije antes creo que nos mantiene inquietos y, por lo tanto, en búsqueda… y eso ya es bastante.
Pero principalmente creo que la duda nos invita a reconocernos pequeños y necesitados de la guía u orientación de otro. Nos llama a abandonarnos en los brazos de otro más grande y confiar en él. Ese otro puede ser un amigo, un familiar, una polola… sin embargo, casi siempre finalmente la respuesta la encontramos en Dios. Ese Otro que siempre es más grande que nosotros y en Quien confiamos nuestra vida con toda confianza.
Cuando la duda evoluciona en confianza, está a un paso de convertirse en fe.
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