lunes, 11 de mayo de 2015

LA MAYOR AVENTURA

Siempre quise que mi vida fuera una aventura: viajar, aprender, estudiar, compartir experiencias…
¿Por qué? Porque había un llamado en mi corazón como una llama que no dejaba de arder, que me movía a que mi vida tuviera un peso, un valor… Tenía miedo de llegar a viejo, mirar atrás y ver que no había hecho nada y que había desperdiciado mi vida.

Quería que mi vida valiera la pena, quería que mi vida tuviera sentido para mí y para otros.

Ahora que te veo a los ojos, más aún cuando tus ojitos brillantes se clavan en mi mirada, mi vida cobra sentido. Mi vida vale la pena, mi vida tiene un sentido, mi vida me resulta más valiosa, tanto así que la cuido más para acompañar la tuya.

Hoy que puedo tomar tu manito entiendo para que Dios me pensó y me creó. Entiendo por qué existo, entiendo que mi vida tiene un sentido y un valor en cuanto tú existes, y que Dios lo predispuso de esta manera: ¡Nací para tí, Celeste!

Ahora mi vida tiene sentido para mí, y tiene sentido para otra persona que eres tú, hija.


Llevo siendo tu papá recién un poco más de una semana y me atrevo a decir con toda certeza que mi vida estos días ha sido una aventura extraordinaria. Me atrevo a decir sin dudar que ésta es la mayor aventura: ser papá, ser tu papá.