Ayer llegué a mi casa luego de una intensa jornada de fin de año de la Juventud Masculina Universitaria de Schoenstatt, mi última jornada como miembro de la JMU.
Hubieron muchas actividades y vivencias maravillosa en esos días, pero creo que a nivel personal la más importante fue una visita al Monasterio de las Carmelitas Descalzas que realizamos el sábado en la tarde. Compartimos el misterio de la eucaristía con todas y luego tuvimos la oportunidad de conversar con una de ellas, la hermana Alejandra.
Nos apretamos bien en la salita que tienen destinada para visitas y comenzamos a conversar con ella muchas cosas relacionadas con la vida de claustro. La pregunta fue inevitable: "¿Qué es lo que más echan de menos acá adentro?" exclamó uno de los presentes. La religiosa, siempre serena y risueña, respondió: "Siempre nos preguntan lo mismo, pero en realidad lo que uno entrega acá es más importante que las cosas a las que renuncia". Evidentemente no hubo más que decir.
Esa respuesta de la hermana me lleva a pensar que durante muchos años entregué gran parte de mi tiempo y mi vida a la Juventud de Schoenstatt. ¿Por qué cuestionamos a una mujer que quiere dedicar su vida a lo que ama si nosotros hacemos lo mismo? "Dime donde está tu tiempo y tu bolsillo y te diré donde está tu corazón" dijo Juan Enrique Coeymanns, hace años en un encuentro nacional en Santiago. Durante estos últimos 10 años muchos de mis días fueron destinados a reuniones, campamentos, jornadas, misas y celebraciones para la JM; muchos de mis ahorros fueron para pagar esos eventos... ¿me duele haber gastado tiempo y dinero en ello? Bajo ninguna circunstancia.
Mi corazón está puesto en Schoenstatt y las cosas a las que renuncio por ello no se comparan a todo lo que recibo de manos de MARÍA y he heredado de mis hermanos.
Esta es la mejor HERENCIA que me puedo llevar.