Más de alguna
persona acudió a mí para preguntarme por las actividades del aniversario número
100 de Schoenstatt en el Santuario de Ayinrehue, Temuco. Me dio gusto ver a
mucha gente que no participa del movimiento hace tiempo, o que ya ni siquiera
va a la Iglesia... Me alegró darme cuenta que siempre hay un “bichito” en el corazón
que no deja de inquietar, una llama que no deja de quemar, aunque sea débil y a
veces parezca apagarse… En definitiva, me alegró darme cuenta que María es fiel
a la Alianza de Amor.
Hace unos
días, antes del Centenario, un gran amigo con el que no hablaba hace tiempo me preguntó
cómo estaba mi vida en Schoenstatt, me preguntó por las actividades del jubileo
en Temuco y de qué manera estaba yo contribuyendo a este evento. La verdad es
que no pude mentirle “he estado súper perdido de eso, porque no estoy en
ninguna rama y no me llega la información”. Lo sé, la excusa es bien pobre. Muy
sabiamente me respondió “más allá de las ramas y las actividades primero está tu
alianza”. No tuve nada que decirle. Tenía razón. Sin embargo gracias a eso pude
descubrir lo pequeño y poco fiel que he sido en este tiempo y, por lo tanto, lo
grande y fiel que ha sido María en esta Alianza de Amor. Ella es quien se
mantiene fiel, no yo.
En ese sentido,
a pesar de mis debilidades y pequeñeces, de mis miserias y faltas, es María quien sostiene la Alianza con su fidelidad. Y en ese sentido, me quedo tranquilo porque sé que cuando
me aleje, Ella buscará la forma de reconquistarme y hacerme volver a mi
Alianza. Ella buscará a alguien que me recuerde que “primero está mi Alianza”,
como lo hizo este 18 de Octubre conmigo y con tantas personas que volvieron a cobijarse
bajo la sombra del Santuario, que volvieron a transformarse en sus manos, y que
salieron con ese fuego en el corazón dispuestos a volver.
Gracias
Mater, por estos 10 años de Alianza, por estos 20 años en Schoenstatt, por
estos 100 años de gracias.