Hace algunos días estuve misionando en Huequén, cerca de Angol.
Me tocó una casa donde un hombre de unos 50 años respondió a mi "hola, somos misioneros católicos ¿tiene tiempo para conversar un poquito?" con palabras que me marcaron en cierta medida.
Él dijo que era católico, pero que no quería conversar con nosotros, no porque no creyera en la Iglesia o en los curas, sino porque no creía "en los actos de la gente como ustedes, o como yo... No tengo problemas con los sacerdotes porque sé que lo que dice la TV este último tiempo son mentiras, pero las peronas como nosotros no somos buenos cristianos... yo tengo una relación directa con Dios y no molesto a nadie".
Me surgen dos pensamientos a raíz de esta situación.
El primero: Nuevamente, como he dicho en algunas entradas, me apena saber que mucha gente no se sabe Iglesia.
El segundo: Creo que la gente que se cree "buena" por no molestar a nadie y tratar de pasar inadvertida para los demás, es la gente que no se reconoce como un gran tesoro que pueda ser valorado por otros. Ser Iglesia, precisamente, es amar ese tesoro por miserable y pequeño que parezca, ese tesoro que somos cada uno de nosotros.
miércoles, 28 de julio de 2010
martes, 27 de julio de 2010
TODO TUYO
Llegué ayer de Curanilahue y me encontré con una mate traído por mi tía Ma Alicia desde San Pedro de Atacama como regalo para mí.
Dentro de él había una estampita que me trajo desde el Santuario de Santa Teresita de los Andes, Auco. Decía lo siguiente:
¡Virgen, Madre de mi Dios,
haz que yo sea todo tuyo!
Tuyo en la vida,
tuya en la muerte,
tuyo en el sufrimiento,
tuyo en el miedo
y en la miseria,
tuyo en la cruz
y en el doloroso desaliento,
tuyo en el tiempo
y en la eternidad.
Virgen, Madre de mi Dios,
¡haz que yo sea todo tuyo!
Amén.
¡Esta es la oración con que Juan Pablo II consagró su pontificado y miren todo lo que logró! Esta es la actitud que quiero conquistar a ver si logro lo mismo, o más.
Ya os contaré de mis vacaciones muy poco descansadas y muy trabajadas... ¡y muy felices por lo mismo!
Dentro de él había una estampita que me trajo desde el Santuario de Santa Teresita de los Andes, Auco. Decía lo siguiente:
¡Virgen, Madre de mi Dios,
haz que yo sea todo tuyo!
Tuyo en la vida,
tuya en la muerte,
tuyo en el sufrimiento,
tuyo en el miedo
y en la miseria,
tuyo en la cruz
y en el doloroso desaliento,
tuyo en el tiempo
y en la eternidad.
Virgen, Madre de mi Dios,
¡haz que yo sea todo tuyo!
Amén.
¡Esta es la oración con que Juan Pablo II consagró su pontificado y miren todo lo que logró! Esta es la actitud que quiero conquistar a ver si logro lo mismo, o más.
Ya os contaré de mis vacaciones muy poco descansadas y muy trabajadas... ¡y muy felices por lo mismo!
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lunes, 5 de julio de 2010
DIOS CREE
Hace poco conocí a una persona agnóstica. Ella lo reconocía libre y sinceramente: “No creo en Dios”.
Sin embargo, ella había recibido cientos de regalos en este último tiempo, vivir experiencias inigualables, aprender mucho, servir a muchas personas, sentirse querida por muchos niños, conocer Tierra Santa… y eso me hizo concluir que Dios sí cree en ella.
Hoy rezo para que esa situación sea mutua.
Dios cree en nosotros, por eso nos envió a su Hijo para redimirnos. ¿Por qué entonces nos cuesta tanto creer en Dios?
Sin embargo, ella había recibido cientos de regalos en este último tiempo, vivir experiencias inigualables, aprender mucho, servir a muchas personas, sentirse querida por muchos niños, conocer Tierra Santa… y eso me hizo concluir que Dios sí cree en ella.
Hoy rezo para que esa situación sea mutua.
Dios cree en nosotros, por eso nos envió a su Hijo para redimirnos. ¿Por qué entonces nos cuesta tanto creer en Dios?
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sábado, 3 de julio de 2010
EL PERDÓN DEL CRISTIANO
¡Qué fácil es pedir perdón en lo secreto aún cuando el error cometido fue público! ¿Qué tan justo es eso?
El bueno pide perdón en privado si el error cometido fue en privado.
El bueno pide perdón en público si el error cometido fue en público.
El cristiano pide perdón en público si el error fue en privado.
El bueno pide perdón en privado si el error cometido fue en privado.
El bueno pide perdón en público si el error cometido fue en público.
El cristiano pide perdón en público si el error fue en privado.
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