Uno de los profesores
relatores del curso nos contó una hermosa historia que reafirma lo que digo yo
y Luis… y muchos otros, sin duda: el milagro de la VIDA es maravilloso… y es
realmente un milagro.
Una mujer se
fue a operar -no recuerdo de qué- y en la cirugía sufrió un accidente: el negligente
médico pasó a llevar una arteria muy importante y la mujer resultó
profundamente dañada.
- El daño es
casi irremediable -explicaba el director del hospital al angustiado marido de
la afectada.- Esto sucede una vez en 5 mil casos… realmente lo sentimos mucho.
- Pero ¿qué
se puede hacer para salvarla?
- La verdad
es que podríamos hacer una cirugía muy delicada… si resulta mal podría morir en
el quirófano. Hay pocas probabilidades de que se salve. Es más seguro que viva
una o dos semanas más si no hacemos nada, en lugar de que muera en medio de la
operación.
El triste esposo
guardó el silencio por unos minutos y luego preguntó al médico:
- Dígame,
doctor. En caso de que resulte bien esa operación que usted menciona ¿Ella se
salvaría y no tendría ninguna secuela?
- Así es.-
respondió el médico.- Pero, como le digo…
- ¡Hagan la
operación!- interrumpió el hombre.
- Pero,
señor, hay muy pocas probabilidades de que la operación sea exitosa.- respondió
asustado el director del hospital.
- Así como ustedes
se aferraron a la posibilidad de que no cometerían errores en la operación
anterior, yo me aferro a la posibilidad de que ella se salvará.- dijo el marido
convencido de que valía la pena correr el riesgo por la vida de su mujer.
Esta es una
historia real (o eso nos dijo el “profe” en el curso) que nos enseña a valorar
la vida y esforzarse por vivirla en su máxima plenitud.
Finalmente
la mujer de la historia se salvó, y hoy vive feliz junto a su esposo y sus
hijos, demostrando que la vida se abre paso aunque las posibilidades sean
mínimas.
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