En diciembre de 2010 participé de la Peregrinación de Confianza de la comunidad de oración Taizé, semana en la cual pude grabar en mi corazón la importancia de entender que Dios es ternura y que no hay temor que deba envolvernos si nos arrojamos a Sus brazos.
Hace unos días tuve la bendición de conocer, junto a unos muy buenos amigos, el Monasterio de la Fraternidad Abbá Padre ubicado a unos kilómetros de Pucón, Chile. El lugar envuelve y acoge con su infraestructura sencilla, pero cargada de sentido y una magia muy especial que es alimentada por un paisaje típico de la zona lacustre de la Araucanía a la sombra del volcán. Lugar donde sopla el "ruah" fuertemente y acaricia al peregrino que llega.
La hermana que nos recibió nos contó que las Monjas del Abbá Padre fundamentan su carisma en reconocer que Jesús vino a dar un mensaje claro: Dios es Papá. No "padre", sino papá. Pues con esa expresión aramea (textualmente) se dirigían los niños judíos a sus padres, y se refería con confianza y cercanía el Señor a Dios Padre.
Con estas palabras -motivo de escándalo para fariseos y saduceos de la época- resaltaba esa estrecha relación con Él, de la cual nos quiere hacer partícipes cuando nos enseña a rezar (Lc 11, 2); con estas palabras nos quiere recordar que Dios es un papá bueno y cariñoso que nos ama por sobre todas las cosas, que sus manos a veces son ásperas, pero sobre todo acogedoras; que sus brazos son fuertes, pero sobre todo abiertos; que su mirada es vigilante, pero sobre todo protectora; Jesús nos viene a recordar que Dios es ternura.
Vengo a contentarme con tus entradas y a dejarte un cordial saludo de amistad, seguiré leyendo, Rodisi
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