Sin embargo la Semana Santa siempre me sorprende malamente cuando muchos hermanos insisten en la necesidad de sufrir como lo hizo Jesús, en lugar de acompañarlo en su sufrimiento. Me perturba que en estos tiempos mucha gente aún crea que la forma correcta de vivir la Cuaresma o esta Semana sea mediante el dolor, el sufrimiento y la tristeza. Es clásico de todos los años que alguna señora me mira con "cara de pocos amigos" cuando sonrío en pleno Vía Crucis.
Es verdad que Jesús vive horas de aflicción y angustia en los momentos previos a la Cruz, pero no podemos olvidar que toda la vida de Jesús -y la nuestra- encuentra su sentido en el Sepulcro Vacío, en la Resurrección.
Toda nuestra vida ha de ser una invitación a mantener la mirada fija en ese horizonte, no sin problemas, no sin dolor, pero sí con la esperanza y la alegría de la Resurrección.
No me imagino a Jesús, triste.
Se me figura, incluso, sonriendo a María, a Juan, a Magdalena, al ladrón arrepentido, y a los soldados en la cruz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario