Hace varios años cursé un ramo en la universidad llamado "Filosofía Intercultural, ciudadanía y reconocimiento".
Estaba en el último año de la universidad y me faltaba realizar un curso electivo. Con la práctica profesional y el trabajo copando casi toda mi disponibilidad horaria semanal, mi primer criterio al momento de escoger un curso era el horario. Finalmente éste ramo se acomodaba a mi rutina y resultó ser el curso que más disfruté y en el que más aprendí. Mérito para los profesores relatores: Ricardo Salas y Mario Samaniego.
Aquí les entrego uno de los trabajos que realicé para el ramo y que desempolvé hace un par de días a pedido de un amigo.
Filosofía
intercultural y Fe. ¿Nada qué decir?
Aunque hoy ambas
disciplinas, fe y filosofía, son vistas como una pérdida de tiempo, como
materia para curas y filósofos (y nadie más), como “adornos y relleno” en la
formación curricular de algunas carreras… sin duda tienen mucho que decir a
nuestro mundo actual. Un mundo que se niega a creer más allá de lo que ve; un
mundo que se niega a pensar más allá de lo que necesita; un mundo que se niega
a relacionarse más allá de las conveniencias.
Es difícil decir
exactamente desde cuando se acuña el término “Filosofía Intercultural”. Tal vez
desde hace una década con los aportes de Franz Martin Wimmer, en Viena. O más
bien desde antes con los trabajos publicados por Raúl Fornet Betancourt en
Alemania, durante los años 1995 y 1998… Pero lo cierto es que el pensamiento de
interculturalidad, con todo lo que ello implica ha estado presente por siglos
en nuestro mundo. Oculto, tímido, opacado e, incluso, oprimido en muchos casos
por las sociedades en las que se ha debido desenvolver el hombre en las
diferentes épocas de la historia de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario