Cuando se
supo que el Papa Francisco vendría a Chile hace muchos meses atrás, hubo una
gran alegría en mi corazón y, me pareció muy obvio, que todo Chile estaría
alegre. Sin embargo, a pesar de que hubo gran manifestación de felicidad en un
grupo importante de chilenos, lo que marcó la noticia -lamentablemente- fue la
cantidad de dinero que se gastaría en dicha visita. Me da mucha pena… creo que esto
nos desenmascara como país en cuanto a lo enfermos de consumismo que estamos. ¿No sería más importante preguntarse qué mensaje nos daría el
Papa? Juan Pablo II vino hace 30 años ¡Sí! ¡30 años! Evidentemente hubo
un cambio importante en nuestro escenario patrio y el mensaje que entregó Juan
Pablo sería muy distinto al de Francisco.
Quiero partir
diciendo esto: me da mucha pena que todo se centre en la plata.
Pero, ya que
estamos hablando en término económicos quiero decir lo siguiente: no usaré el
mediocre criterio de “en Lollapalooza o en un partido de la selección chilena
se gasta lo mismo, porque me parece que ambas actividades cumplen el mismo
objetivo que la visita del Papa: alimentar el espíritu.
Tampoco expondré
el argumento de “en la visita del Papa a Colombia, finalmente, se ganó más de
lo que se gastó por ingresos en turismo y ventas”, porque, aunque es verdad, sigue poniendo
al dinero en el centro de esta visita y no es ese el centro.
Me parece
que la visita de Francisco a Chile es una inversión. Sí, una inversión. Pero no
en dinero, claro. Sino, en primer lugar, en humanidad. Y ¿cómo no? si el Papa
en su forma de tratar a los demás, a pesar de ser uno de los líderes más
importantes del mundo, es humano, sencillo, cercano, algo que tanto nos hace
falta y que el Papa vino a mostrar.
Esta visita
es también una inversión en dignidad. Lo que dijo en la cárcel de mujeres (estudiar
la ley que obliga a las madres internas a dejar a sus hijos a los dos años), lo
que dijo a los jóvenes (entender la razón por la cual están siempre conectados
y verlo como una virtud), lo que dijo aquí en Temuco (valorar a los pueblos
originarios y convertirnos en artesanos de unidad)… todo su mensaje tiene que
ver con dignificar al ser humano. No a “endiosarlo”, pues él mismo parte
siempre diciendo que es humano y que se equivoca, pero sí a reconocer en él la
grandeza que viene de Dios.
Finalmente,
creo necesario discutir la opinión de muchas personas que argumentaron que la cantidad
de dinero que se gastó en la visita del pontífice pudo gastarse en ayudar a los
pobres. Pues quiero contarles que las personas que ayudan a los más necesitados
no van a dejar de hacerlo porque viene el Papa, muy por el contrario, con todo
lo que Francisco dijo, lo harán con más ahínco y se sumarán muchos más.
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