miércoles, 28 de julio de 2010

YO NO MOLESTO A NADIE

Hace algunos días estuve misionando en Huequén, cerca de Angol.
Me tocó una casa donde un hombre de unos 50 años respondió a mi "hola, somos misioneros católicos ¿tiene tiempo para conversar un poquito?" con palabras que me marcaron en cierta medida.

Él dijo que era católico, pero que no quería conversar con nosotros, no porque no creyera en la Iglesia o en los curas, sino porque no creía "en los actos de la gente como ustedes, o como yo... No tengo problemas con los sacerdotes porque sé que lo que dice la TV este último tiempo son mentiras, pero las peronas como nosotros no somos buenos cristianos... yo tengo una relación directa con Dios y no molesto a nadie".

Me surgen dos pensamientos a raíz de esta situación.

El primero: Nuevamente, como he dicho en algunas entradas, me apena saber que mucha gente no se sabe Iglesia.

El segundo: Creo que la gente que se cree "buena" por no molestar a nadie y tratar de pasar inadvertida para los demás, es la gente que no se reconoce como un gran tesoro que pueda ser valorado por otros. Ser Iglesia, precisamente, es amar ese tesoro por miserable y pequeño que parezca, ese tesoro que somos cada uno de nosotros.

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