martes, 25 de enero de 2011

UNANIMITER


El domingo llegué -junto a 60 estudiantes del Colegio Greenhouse- de Misiones en Los Sauces, una comuna pequeña y muy hermosa cerca de Temuco.

Como cada año, teníamos un lema que guiaba nuestras Misiones y marcaba la línea temática de todos los días: Comunidad de Apóstoles, con María unanimiter.

Me detendré solo en la primera y última palabra del lema, porque ambas estuvieron vinculadas profundamente en esta experiencia, y lo están en nuestra Iglesia desde sus comienzos.

A diferencia de años anteriores, la Misión no se centró exclusivamente en el “puerta a puerta”, sino que también se le dio real importancia a otras formas de misionar: a través de la reparación de capillas, conversando con la gente en la plaza, haciendo deporte con los jóvenes del lugar… Con esto queríamos dar cabida a todos quienes quisieran misionar, porque ser testigo de Cristo no implica sólo una manera de anunciarlo, sino que justamente involucra que cada quien ponga sus propios tesoros para la Comunidad y desde ahí contribuya a esta. Involucra también que cada uno ponga sus pobrezas para ser complementadas por la Comunidad.

Cada uno con su originalidad aporta a la diversidad de la Comunidad.

Unanimiter significa “un mismo espíritu” o “una sola alma” y, a pesar de que cada cual es tan diferente y aporta con cosas tan distintas a la Comunidad, siempre se hace en el espíritu de Dios, unidos en una sola alma, en compañía de María como los Doce Apóstoles en el Cenáculo (Hech 1, 12-14).

Así fue en el comienzo de la Iglesia Cristiana, donde cada cual aportaba lo que al otro le faltaba. Y así es como estamos llamados a hacerlo también hoy en un mismo espíritu.

En Los Sauces quisimos hacerlo así: dando espacio para evangelizar con las palabras, con el trabajo, con el ejemplo o con la sola presencia en medio del mundo… y gracias a eso, ahora podemos decir MISIÓN CUMPLIDA.





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