"Nosotros -decía el sacerdote- tenemos contacto directo con 2, o 3... en el mejor de los casos 10 jóvenes, durante la semana... Ustedes, en cambio, como profes intervienen a cien o doscientos muchachos en el aula sistemáticamente. Ahí tienen una tremenda oportunidad de evangelización, que nosotros ya hemos perdido. Si con suerte tenemos acólitos..."
En ese momento no lo dimensioné, pero ahora que saco la cuenta y cuento la cantidad de jóvenes que tienen que aguantarme como su profesor en clases una vez a la semana, entro en razón y veo que la oportunidad que me decía el Padre es cierta... ahora también veo que es un gran desafío y, a decir verdad, en lo profundo de mi corazón me aterra.
Luego pienso que Dios me regaló esta vocación y mi corazón se calma.
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