Tengo muchas entradas pendientes y escritas en borrador, pero no puedo dejar de hablar estos días sobre la Navidad. Y es que hace años que siento que el "espíritu navideño" se pierde cada vez más, y que el único día en que se vive REALMENTE ese ambiente es el 24 de diciembre en Noche Buena... ¡A tan solo minutos de que nazca el Salvador!
En mi casa, el árbol está puesto hace semanas, mas no hay
olor a pino. El pesebre está puesto hace días, pero nadie repara en él. Los postes de luz tienen cientos de luces y adornos navideños, pero el mundo sigue corriendo como si no estuvieran. He visto muchos pesebres tamaño gigante recordándonos
lo que es realmente la Navidad, pero parecen no dar resultado. ¡Tantos esfuerzos y nuestra Navidad sigue siendo un día vacío donde entregar regalos es el centro!
No obstante, hoy he sentido ese espíritu. Hoy he visto al Señor nacer en la mirada de muchos.
Hace un rato celebramos la Navidad en el Colegio donde trabajo, junto a todos los Profesores, auxiliares y personal del establecimiento. Para comenzar se leyó el Evangelio y luego una de mis "colegas" de Religión leyó una hermosa reflexión sobre el Nacimiento del Niño Dios... ella no pudo terminar de leer, se emocionó a mitad del discurso. Fue sobrecogedor (para mí, por lo menos) ver como el Niño Dios sigue naciendo en ese corazón.... aunque para otros fue casi ridículo (pude verlo en sus miradas).
¿Por qué para esa persona fue tan emocionante leer esa reflexión? Porque ella fue la que vivió en carne propia ese esfuerzo por mantener la Navidad. Me pregunto entonces ¿Qué sentirá esa persona que arma un pesebre gigante en la mitad de un
mall? ¿Qué sentirá ese hombre encargado de llenar de luces navideñas cada poste de la principal avenida de la ciudad? No me cabe duda que ellos entienden mejor que nadie lo que es esta fiesta, porque los ritos y experiencias -que buscan ser un mágico viaje a la Navidad de antaño, a la Navidad de niño, a la Navidad de verdad- y que para nosotros pasan inadvertidas, resultan para ellos tremendamente significativas.
La invitación es entonces a generar espacios para que los demás también vivan esta fiesta, a ser quienes rescatemos la Navidad, y no me refiero a llenar de imágenes del Niño Jesús y sacar los "Viejos Pascueros"; no me refiero a dejar de regalar y dedicarnos solo a rezar... sino a lograr que en cada persona viva el espíritu de la Navidad que alguna vez amó y llenó su corazón. ¿Será esto posible si hay algunas personas que no se sobrecogen ni con el llanto de una colega? Pues sí, mi esperanza fue triunfadora cuando vi que esas mismas personas se emocionaron al cantar un villancico, al tararear ellos mismos "noche paz, noche de amor"; parece que cuando las palabras salieron de su propia boca, cuando hicieron ese esfuerzo en primera persona, tuvieron un significado distinto.
¡Voy ahora mismo a encender las luces del árbol! ¡Voy a poner una vela junto al Pesebre de mi casa! ¡Voy a escuchar
canciones navideñas! ¡Voy ahora a preparar tarjetas para mis amigos! Lo haré porque quiero recuperar en
mí ese espíritu, porque quiero vivir la Navidad en primera persona, pero sobre todo lo haré porque tengo fe en que si yo vivo ese espíritu el Señor se encargará de usarme para contagiarlo a los demás.
¡Feliz Nacimiento adelantado!
Mientras escribía esta entrada tocaron el timbre de mi casa y vi que detrás de la puerta habían dejado una bolsa con dos regalos, para mi mamá y mi hermano. A ese tipo de esfuerzos por recuperar y hacer mágica la Navidad me refiero =)
¡Gracias Iván!