“¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a
visitarme?” (Lc 1, 43) pregunta Isabel a María luego de sentir cómo Juan
saltaba de gozo en su vientre (desde esa edad el muchacho ya era profeta). Cuando leí este Evangelio
hace unos días pensaba en que realmente Dios nos regala la fe y, digan lo que
digan los ateos, eso realmente es un DON.
¿Cómo podemos creer que hay un Dios si encendemos el TV y
solo vemos delincuencia, guerras y catástrofes? ¿Cómo podemos creer en Dios si
miramos alrededor y solo vemos dolor, tristeza y sufrimiento? Aún así creemos y
tenemos la esperanza de que existe Alguien que viene a sanar ese dolor, a
disipar esas tristezas y a acabar con ese sufrimiento.
El sábado en misa el Padre Enrique dijo que Isabel admira a María
en la Visitación, porque creyó. Y es
que en realidad -dijo el padre- María no tenía nada más que la fe. Sabemos que
María creyó en lo que el ángel le dijo, justamente, porque emprendió camino a
visitar a su anciana prima embarazada.
¿Quién soy yo para que Dios me regale el don de la FE?
¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a animar mi fe? Sigue
regalándonos ese DON, Señor.
La primera foto fue tomada por mi amigo FJ.
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