Recuerdo de las clases de Trinidad que nos decían que ésta tiene dos procesiones, es decir, que dos personas de la Santísima Trinidad provienen de otra(s): El Hijo proviene del Padre; y el Espíritu Santo proviene del amor entre el Padre y el Hijo.
Si el Padre y el Hijo crean o provocan el Amor, y si hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, no es tan difícil entender que nosotros también creamos, es decir, somos co-creadores, vamos co-construyendo este mundo mediante la vocación que Dios nos regala a cada uno.
Por lo tanto nosotros también creamos o provocamos amor ¿verdad? No ese Amor (con mayúscula) que procede del Padre y del Hijo, sino el amor de padre, de hijo, de hermano, de pareja... Con un gesto pequeño, una mirada, una sonrisa, con alguna caricia sobre una herida o quemadura, o unas flores enviadas a la puerta de la mujer amada, vamos creando el amor en la otra persona, y vamos creando una relación de amor de menos a más. ¡Qué hermoso es ser parte de eso! ¡Qué mejor regalo que crear y cultivar el amor! Y no podía no ser hermoso si es un don divino realmente: somos capaces de crear el amor.
Me pregunto ahora ¿Dios es capaz de destruir el Amor? ¿Dios haría eso alguna vez? La pregunta de fondo de todo esto (y a la cual aún no encuentro respuesta y ansío descubrirla pronto) es ¿podemos nosotros destruir el amor? ¿Se acaba el amor? ¿adonde va?
Hoy todo apunta a que sí podemos destruir el amor, con un "no", con un "no puedo", con un "adiós"...
:(
ojalá me equivoque
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