Todos conocemos el episodio en que Saulo de Tarso se convierte al cristianismo tras un encuentro con el Señor resucitado camino a Damasco (Hech 9, 4).
Pero ¿Saulo perseguía a Dios realmente?
¿Cómo podría Pablo -o el hombre en general- perseguir, encontrar y alcanzar a Dios, no sólo desde el punto de vista negativo de las persecuciones cristianas, sino también para quienes quieren alcanzarlo en la santidad?
¿No es acaso Dios quien nos persigue a nosotros por amor? Él nos ama tanto que no deja de perseguirnos. Él es quien se nos revela gratuitamente. Él es quien nos alcanza, no elevándose como nosotros para alcanzarlo a Él, sino rebajándose a nuestra condición humana, pequeña y vulnerable.
También Juan y Andrés persiguieron a su manera a Jesús. Lo cuenta el primero en Juan,1,35 ss
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