Cada día me convenzo más de que los jóvenes más inquietos en el aula, son los más inquietos espiritualmente.
Hoy, justamente, en el curso más inquieto del liceo, mientras ellos trabajaban yo leía este texto de San Alberto Hurtado que me mueve profundamente:
"[...] Al hombre siempre le falta tiempo para pensar en Él. Tiene tantos otros cuidados: comer, beber, trabajar y divertirse. Todo esto tiene que despacharse antes que él pueda pensar con reposo en Dios. Y el reposo no viene; nunca viene.
En el alma de este repatriado hay dolor y felicidad al mismo tiempo. Dios es a la vez su paz y su inquietud. En El descansa, pero no puede permanecer un momento inmóvil. Tiene que descansar andando; tiene que guarecerse en la inquietud. Cada día se alza Dios ante él como un llamado, como un deber, como dicha próxima no alcanzada…"
No hay comentarios:
Publicar un comentario