Había una vez un niño muy pequeño que acompañaba cada domingo a sus papás a la santa misa.
En el momento de la consagración siempre quería ver hacía adelante, porque veía que todos miraban hacia allá, pero no podía debido a su baja estatura.
Cuando tenía 10 años se enteró de que el pan se convertía en Cuerpo de Cristo y el vino en Su Sangre. Entonces intentaba mirar por sobre la gente para ver una señal mágica en la hostia.
Pasaron los años.
Cuando tenía 20 años miraba detenidamente la consagración para luego ver a Cristo en el rostro de sus hermanos...
Siempre quiso ver a Cristo. Y, aunque nunca fue fácil, siempre lo logró.
Bella historia, y bella enseñanza.
ResponderEliminarQue tengas un próspero año con la bendición del Señor.
Gracias Cristián, igual para ti
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