Una de mis
grandes inquietudes, cuando supe de la venida de Francisco a Chile, era saber
qué iba a decir, cuál sería su discurso, qué mensaje nos trae. Me imaginaba la
homilía acá en Temuco diciendo una cosa u otra… En fin, mis expectativas
estaban puestas en sus palabras, cuando en realidad -como ha sido todo su
pontificado- el Papa Francisco nos invita a poner el acento en las obras. Él,
sin querer, tal vez, nos muestra una forma
muy especial. Quisiera centrar estas líneas en eso: las acciones del Papa que
van más allá de su discurso, sus acciones que nos muestran a Dios desde lo más
humano.
A diferencia
de otros grandes líderes mundiales, él detiene su discurso cuando sucede algo
en la asamblea. Lo hizo en más de una ocasión durante el encuentro con los
jóvenes en Maipú donde, a causa del calor, muchas personas se desmayaron en plena homilía. El Papa demuestra preocupación por esas personas. No puede ni quiere
ser indiferente ante el sufrimiento de otro, así como lo hizo Jesús ejerciendo
una “función terapéutica”, que no era su misión, pero que era parte de su ser
humano.
Establece un
diálogo con las personas, por ejemplo, en medio de sus homilías le pregunta a
la gente desde qué hora espera, si están cansados. No viene a escupir su discurso
y luego marcharse, sino que se da el tiempo de escuchar a su pueblo. Por la
misma razón se reúne a almorzar con grupos de personas: quiere oírlos, quiere
establecer un diálogo con la gente. Cuando un periodista le pide desde una reja
que se acerque, el Papa le pregunta si está cansado, si está incómodo; da espacio para que la gente se
manifieste dejando que lo interrumpan en sus discursos para aplaudir; une en matrimonio a una pareja en el avión; etc. Tiene
esa necesidad por escuchar tan poco evidente hoy en día, sobre todo en grandes
líderes con complejo de autosuficiencia.
El gesto más
lindo ocurrió casi al final de su visita, cuando el caballo de una carabinero se
asusta dejando caer bruscamente a su jinete. A pesar de ser tan autoexigente con los
tiempos, con la puntualidad de cada actividad en su programa, el Papa pide que
detengan el Papamóvil y se baja a socorrer a la uniformada. Seamos sinceros
¿qué ayuda médica podría haber brindado el Papa a esa mujer? Probablemente
ninguna, pero de igual manera decide ir a auxiliarla, al menos para
acompañarla.
El Papa vino
a decirnos muchas cosas. Y lo hizo de forma grandiosa. Pero el mayor mensaje
que uno puede obtener, pasa por las obras que él realiza. Y no me refiero a las
actividades consideradas dentro de su programa (que también pueden ser
maravillosas), sino a esos actos de humanidad espontáneos que llevó a cabo en
muchas oportunidades, y que nos invitan a buscar a Dios, precisamente, en lo
más humano, y el Papa es un experto en eso. Francisco nos invita a anunciar al Señor, pero sin olvidar que ese discurso debe ir de la mano de una forma particular que refleje a Jesús.
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