Uno de los últimos ensayos del ramo fue este. Intenta relacionar el filme árabe "La manzana" con la Trinidad ¡Wow, que dificil!
Fue escrito en diciembre de 2008:
En la película-documental de Samira Makhmalbaf “La Manzana” se muestra con claridad lo importante que son las relaciones interpersonales en la vida de toda persona, lo importante que es que el concepto de alteridad se lleve a la práctica. El filme expone como una madre ciega hace que los otros (sus hijas y esposo) vivan la misma desgracia que ella y se hagan parte de su “yo” de manera negativa, proyectando su desgracia en ellos, especialmente en sus hijas Massoumeh y Zahra, quienes a causa de esto pierden la capacidad de identidad, desconocen el mundo fuera de su casa; desconocen a otros aparte de su madre Soghra y su padre. Este último, sin duda juega un rol fundamental, ya que él podría regalar esa identidad a sus hijas, como lo hace el Padre en la Trinidad.
Por lo tanto, he aquí dos problemas que conllevan a uno mayor. El primero: la falta de identidad de las niñas y, además, del padre debido al egoísmo de la madre; el segundo: a causa de no conocerse a sí mismas, las niñas no tienen la capacidad de conocer a los demás; y, por último, sin duda esto lleva a la falta de relaciones interpersonales en ellas y a una gran dificultad a la hora de comunicarse una vez que han salido de la casa.
Sin embargo, el final resulta alentador demostrando que el ser humano está hecho para la relacionalidad. Cuando las niñas se encuentran con otros niños, con un perro o con el mundo en general, tienen grandes dificultades para desenvolverse, pero luego de compartir con otros -especialmente con las dos niñas que las pasean por la ciudad- descubren el cariño, la amistad, la alegría. Después de ver la cruda imagen de la madre sujetando las manos de sus dos hijas fuertemente para que no las separaran al inicio del filme, me impresionó la imagen de Massoumeh regalando una manzana a una de sus nuevas amigas, a pesar de que esta se negara a jugar con ella y cómo esta le responde con un beso. Esa manzana fue la fuente de la relación que por fin pudo liberar a las niñas de su encierro. En paralelo, sin embargo, se desarrolla otra relación igual de relevante que la anterior: la del padre consigo mismo al conversar con la asistente social y, cortando los barrotes de su puerta, tomar conciencia del error que estaba cometiendo, no sólo con su familia, sino en primer lugar con su persona al vivir la vida de alguien más, en este caso, su esposa.
Es, entonces, solo en el final del filme cuando se entiende la razón de porqué las niñas riegan una planta diariamente desde la reja de su casa, y es signo de que a pesar de su falta de libertad y de conocimiento del mundo exterior, ellas, como toda persona humana, responden a su condición natural de ser dadoras y constructoras de vida, responden a ese don gratuito regalado por Dios. La consecuencia de quien no responde a la vida, de quien no ve al otro como un “tú”, sino como un “ello” –en términos de Buber- queda manifestada en la madre quien, finalmente se queda sola.
La Trinidad, por lo tanto, es un Dios que se relaciona, consigo mismo y con los otros (los hombres) y, al igual que a Massoumeh y Zahra, nos interpela a todas las personas a responder a nuestra naturaleza humana como lo hizo Jesús: saliendo al encuentro verdadero del otro, regando esa planta, regalando esa manzana.
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