miércoles, 29 de septiembre de 2010

SOLOS EN UNA ISLA

Hace un tiempo conversaba con mi querida Julia, sobre cómo todos deseamos alguna vez vivir en una isla o en un campo solos, con lo necesario para sobrevivir, nuestros seres queridos y un hermoso atardecer en una casa con vista al mar… todos anhelamos alcanzar esa tranquilidad y equilibrio sublime, esa seguridad incomparable.

Pero luego nos dimos cuenta de que quienes hemos experimentado un encuentro profundo con Cristo Resucitado no podemos darnos esa libertad, porque una vez que hemos conocido al Señor no podemos dejar de verlo en el rostro de cada hermano. Y si estamos solos en una isla o en una casa en la montaña nunca podremos ayudar a aquellos que sufren que, como bien dice nuestro San Alberto Hurtado, son pequeños Cristos. Ahora entendemos a San Pablo, no podemos dejar de anunciarlo.

Quienes sí se dan ese permiso no conocen al Señor y viven sumidos en su egoísmo. Ningún cristiano puede sentarse a disfrutar de la vida sabiendo que hay otros que no pueden más que luchar contra la muerte.

Es mejor correr riesgos acompañado, que estar seguro pero solo...

1 comentario:

  1. oyeoyeoyeoyeoyeee pienso lo mismo arrggg TENEMOS Q HABLAR... gracias pollo por tus palabrinis =)

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