Hoy -a raíz de un grupos de niños que se revolcaban frente a nuestra oficina- conversando con una "miss" del Colegio comentábamos sobre nuestra labor de profesores y surgió lo siguiente:
- Mi marido es médico- dijo ella- y yo cuando salí del colegio quería estudiar enfermería, pero no se dieron las cosas... gracias a Dios, no se dieron las cosas. Él llega en la noche cansado, porque corren todo el día, pero trabajan en una realidad muy cruda, sobre todo porque él trabaja en el sistema público. Pero siempre, ellos trabajan con enfermos, trabajan con gente que está mal, en el fondo trabajan con la muerte... y más encima no ven los frutos de su trabajo muchas veces, porque el enfermo se mejora y se va.
Nosotros en cambio, también corremos todo el día, pero trabajamos con la vida, con niños que están vivos, que corren, que saltan... y que uno ve cómo crecen. Nosotros tenemos la oportunidad de ver esos frutos, de ver su proceso de crecimiento.
- Tiene razón, miss.- no supe que más decir... en realidad ¿había algo más que decir?
Creo que educar es tantear, admirar, cultivar y encauzar la vida.
Esa oportunidad no tiene comparación, ni precio...
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