Dios Padre la elige como Hija.
Dios Hijo la reconoce como Madre.
Dios Espíritu Santo la bendice como Esposa.
¿Quién es para mí María?
Jesús le pregunta directamente a sus discípulos “Y ustedes ¿Quién decís que soy?” (Mt 16, 15).
Tal vez para los apóstoles no estaba tan claro quien era Jesús. Lo seguían porque lo admiraban, porque les brindaba seguridad, porque valoraban sus milagros, porque les asombraban sus palabras, porque los educaban sus parábolas… porque creían en Él.
María nunca nos ha interpelado de tal manera, y es porque su misión es clara: ser Madre de Dios a través de su Sí.
Pero ¿no tenemos acaso como hijos de Dios la misma misión que María? ¿No es María para nosotros -en primer lugar y entre tantas cosas- un modelo a seguir?
Sin duda que sí. Además se nos ha heredado la misión de la Virgen como describe tan hermosamente el Padre Hernán Alessandri en “Nuestra Misión, ser Alma del Mundo”: La misión de que hemos estado hablando no es, en el fondo, sino que una prolongación de la Misión Personal de María […]. Y todos los que participamos en esa misión, nos convertimos -como decía San Agustín- en “madres de Cristo”, que lo ayudan a aseguir naciendo en la vida de los hombres, en todos los tiempos y culturas.
Y si María me preguntara hoy:
“Y tú ¿Quién dices que soy?”
María, eres mi Madre.
María, eres mi Reina.
María, eres mi Bandera.
María, eres mi ejemplo.
María, eres mi Mujer amada.
María, eres mi Vida…
¡Que María sea nuestra Misión!
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